El secuestro demoníaco de una muchacha
Los mismos supuestos culturales sirven para la comprensión del siguiente epeo, el del Trülke wekufü, literalmente "cuero demonio". Fue narrado a Manwel Longkomil por un hombre adulto, a juzgar por su pronunciación, procedente del llano central de la provincia de Cautín, (IX Región).
Tal como el Sumpall, el Trülke wekufü debe buscar pareja fuera de su grupo, o sea, debe ir a la tierra a raptar a una mujer. La muchacha por su parte, se ha puesto a sí misma en la situación de ser raptada: va sola al río y pasa allá largo rato cada día, peinándose, en actitud de coqueta espera. Hasta que el Trülke wekufü la rapta. Pero en vez de proseguir normalmente el proceso matrimonial con el pago del mafün, hay una interrupción y la segunda etapa no tiene lugar. No hay matrimonio, no se entrega la muchacha al Trülke wekufü, sino usando la fuerza se la rescata de sus manos, dando muerte al raptor.
¿Por qué los terrestres cooperan con el Sumpall y no con el trülke wekufü? ¿Por qué el rapto llevado a cabo por el Sumpall se considera orientado hacia el matrimonio y el rapto llevado a cabo por el Trülke wekufü se considera una agresión mayor, punible con la muerte del ofensor, de acuerdo con el viejo rito mapuche de la venganza de sangre?
Los antiguos mapuches concebían dos categorías de vida superior: los mapuche o "gentes de la tierra" (de mapu "tierra" y che "gente") y los Sumpall, "habitantes de las aguas" (mar, ríos, lagos). La tierra se consideraba dividida en dos partes: tierra propiamente tal, y aguas, cada una habitada por su propia suerte de humanidad: los mapuche y los Sumpall. Los Sumpall son a las aguas lo que los mapuche son a la tierra.
La situación expuesta deriva, en última instancia, de la concepción mapuche de la redistribución de la humanidad originaria ocurrida como consecuencia del diluvio universal. Los mapuche, la gente de la tierra, descienden de la población que quedó en tierra firme, en cerros que se alzaron por acción de una serpiente mitológica, llamada trentren. Los Sumpall, u hombres-peces, descienden de la población que quedó bajo las aguas (véase Augusta, 1910:268).
Así, la diferencia entre los mapuche y los Sumpall es estrictamente una diferencia local (tierra/aguas). Nótese que el narrador del primer epeo dice, como un detalle al pasar, que la muchacha volvió del grupo de los Sumpall con el pelo largo, como quien cuenta una costumbre pintoresca de un grupo extranjero, para luego añadir, utilizando la construcción verbal típica de las conclusiones asertivas: Sumpall ta che trürperkelay "es obvio y evidente que los Sumpall son como la gente (o se parecen a la gente)", en el punto de mayor importancia para los efectos de la transmisión de contenidos culturales: en la coda evaluativa y didáctica de su relato. En estas condiciones, es comprensible que entre ambas formas de vida superior haya cooperación y complementación, manifestada externamente en las alianzas matrimoniales.
En cambio, la unión entre un mapuche y un wekufü es monstruosa. Los wekufü son criaturas demoníacas, responsables de las enfermedades, la destrucción y la muerte. Animados por los brujos (kalko), viven en todas partes: en la tierra, como el Witranalwe o el Añchimalleñ; en las aguas, como el Trülke; en el aire, como el Chongchong. Son monstruosos por su sola presencia: construidos por los kalko con despojos de cadá veres robados de los cementerios (el Witranalwe o el Añchimalleñ)-, una cabeza humana voladora (el Chongchong); un cuero de vacuno animado, capaz de envolver a las víctimas y arrastrarlas al fondo de las aguas (el Trülke)-, aves repulsivamente híbridas, como el Piwucheñ, un vampiro en forma de culebra alada que se ceba en la sangre de personas y animales. Los wekufü son los enemigos declarados de la humanidad. Su horrible presencia anuncia los males y las desgracias que matan, enferman, destruyen.
Así, mientras el Sumpall rapta una muchacha para hacerla su mujer y se atiene formalmente a las conocidas reglas del matrimonio, el Trülke rapta para la muerte. La unió del Sumpall y la mujer terrestre produce vida: en dos puntos claves del relato del Sumpall, la muchacha insiste en que sigue viva {...mongelekan "sigo estando viva"), rodeada de una familia que la quiere: suegro, suegra, cuñados y cuñadas. Los mapuches están preparados para perder a sus hijas como consecuencia del matrimonio —de acuerdo con la regla de virilocalización de la pareja. Así han de ser las cosas si la vida ha de ser perpetuada; pero no están dispuestos a entregar sus hijas a la muerte a manos de los monstruos.
— Adalberto Salas. El Mapuche o Araucano. Fonología, gramática y antología de cuentos. (1992: 124-125, 227-229)