El siguiente epeo fue narrado hacia 1963 a Andrés Gallardo por Antonyo Antileg, adulto, de Lumako, Traygen, IX Región. Williñ es el nombre mapuche de la nutria. Por su género gramatical femenino, la palabra castellana nutria es molesta para la comprensión del texto, razón por la cual en la traducción se ha preferido castellanizar la palabra mapuche y asignarle el género gramatical masculino (el huillín).
Hay muchas versiones de este epeo, con ligeras variantes. Así, en la versión de Manwel Longkomil, no interviene el zorzal, y la coda es otra:
Tal como ocurre en las dos versiones presentadas, en muchos epeo de animales, la coda extrae como conclusión del relato el motivo de algún rasgo de la conducta animal.
En la percepción nativa de este epeo, entran en juego una serie de factores entremezclados, tales como la observación directa de la conducta de los animales en su hábitat natural, la proyección estereotipada de atributos humanos a los animales y diversas creencias asociadas a ellos.
En la observación mapuche, los zorros viven merodeando por las cercanías de ríos y lagunas. Los huillines viven ocultos en lo más espeso de los matorrales ribereños, justo por encima de la línea de las aguas. En los días y horas más calurosos del verano, salen a asolearse a las orillas despejadas, desde donde saltan al agua a la menor señal de peligro y bucean hasta sus escondites. Son carnívoros muy voraces que salen a cazar en las vegas cercanas al río, en la misma área en la que caza el zorro. Este es más grande y fuerte que el huillín, de modo que en principio, éste está dentro del espectro de caza de aquél. Frente al zorro, el huillín tiene como alternativa inmediata, la huida al río, aprovechando su mayor velocidad en el corto rango.
A los datos objetivos procedentes de la observación del mundo animal, hay que sumar los rasgos de personificación de los animales y el conjunto de creencias asociadas a ellos. Entre los mapuches, el zorro es considerado la personificación de la falsía y la traición. Sistemáticamente se lo describe como koyl'a kulliñ "animal mentiroso", "el más mentiroso de todos los animales que viven en el campo" t'ufa chi kulliñ doy koyl'angey kom kulliñ meo, mülelu kampo meo; de las personas mentirosas se dice ngürütrüri "zorro parece"; un mapuche que sueña con un zorro queda convencido de que alguien lo va engañar, de que va a ser víctima de una traición (koyl'atulngerkean, pikey, "me van a engañar/traicionar, así lo veo, dice"). El otro adjetivo que se utiliza para describir al zorro es ñuwa, cuyo significado es un complejo en el que entran la astucia, la picardía, y sobre todo, la lascivia. El huillín también es koyl'a, pero su atributo principal es el de ser ñuwa: siempre anda buscando animales para fornicarios (... chi williñ am rume ñuwalelu, rume ayekelu awkantuafiel t'a chem kulliñ rume, "... el huillín, como es muy lascivo, mucho siempre quiere fornicar a cualquier animal"). Antiguamente, los mapuches perseguían al huillín, no tanto por su piel, como ahora, sino para sacarle kiñe pichi küllche tuwkelelu ta ñi pünün meo, "una pequeña tripa que sale de su pene", la cual una vez seca, era desleída en agua, para bebería como un poderoso afrodisíaco —pero peligrosísimo para los riñones (... tuchi rume putulu, ko engu, fey ti chi küllche williñ ... rume kutranürkey t'a ñi wentelli ka t'a ñi furi, "... quien sea que beba, (mezclada) con agua, esta tripa del huillín ... mucho resulta que enferma del cuadril y de la espalda"). El consumo de este afrodisíaco era sistemático entre los hombres viejos.
Obviamente, ésta es una manifestación de magia participatoria: el consumo de un órgano asociado a los genitales masculinos de un animal tan lujurioso, traspasa al hombre esta cualidad. Para algunos mapuches, el zorro es un hombre viejo que busca el huillín para renovar su potencia sexual.
Con antecedentes como estos, tan pronto como quedan presenta dos los personajes, el auditorio mapuche sabe que va a escuchar una competencia entre los dos animales más astutos, falsos y lascivos de la naturaleza. Dado que ambos son comparables en lujuria y falsía, sabe que van a tratar de engañarse el uno al otro para obtener satisfacción sexual gratuitamente, sin reciprocidad. La situación parece, en principio, favorable al zorro: el tamaño y la fuerza están de su parte, pero el huillín tiene dos ventajas: su velocidad de pique y la cercanía del río.
Éstos son antecedentes suficientes para que al final resulte verosímil: antes de que el zorro alcance a darse cuenta de la situación, ya el huillín está fuera de su alcance, dentro del río. En el epeo, el zorro cometió el grave error de ignorar o desdeñar el potencial defensivo de su rival. Consideró la situación (véase enunciado 9) y llegó a la conclusión de que el huillín no tenía ninguna posibilidad de negarse a cumplir su parte en el compromiso. Si hay una moraleja en el texto es la de que en una confrontación, el peor error que se puede cometer es la confianza excesiva en el triunfo y el desprecio de las posibilidades del rival.
— Adalberto Salas. El Mapuche o Araucano. Fonología, gramática y antología de cuentos. (1992: 293, 295-298)