El siguiente epeo fue narrado en 1979 por Lorenso Puel, adulto joven (unos 35-40 años) de Repukura, Cholchol, provincia de Cautín, IX Región:
En este apeo, son claros y manifiestos los motivos tomados de la literatura folklórica europea: el niño aparecido mágicamente a una pareja de ancianos, la fuga del hijo, los objetos que se dejan caer y se transforman en obstáculos para los perseguidores, el tipo de coda, etc. La filiación extranjera de este relato está incuestionablemente fuera de discusión.
Las condiciones actuales de la participación mapuche en la cultura letrada de la nación, hacen muy remota la posibilidad de que los cuentos de tradición hispánica o, en general, europea, hayan ingresado por vía escrita al inventario de la narrativa mapuche. La mejor explicación para su presencia allí, ha de estar en la interacción directa, cara a cara, con los colonos y pequeños agricultores hispanos del área. Forman parte, entonces, del conjunto total de objetos culturales hispánicos aceptados por los mapuches e integrados a su cultura global, y que abarcan todas las esferas de la vida, desde el nivel concreto y material de los artefactos y utensilios, hasta el nivel de las manifestaciones artísticas y espirituales, reflejando muy claramente la intensidad del impacto de la cultura hispánica sobre la sociedad mapuche. Los mapuches tuvieron que abrir su cultura tradicional indoamericana para acomodar en ella las adquisiciones. Algunas de éstas desplazaron completamente a sus equivalentes tradicionales, en tanto que otras entraron más bien en complementación con los objetos mapuches preexistentes. Esto último fue lo que ocurrió con la narrativa: los cuentos hispánicos no relegaron al olvido a los epeo autóctonos, sino que se añadieron a éstos, incluso acomodándose, más o menos, a sus características generales.
En su conducta verbal, los mapuches tienden a mostrar bilingüismo diferenciado, en el sentido de usar el castellano para los efectos vinculados a la sociedad mayoritaria, y el mapudüngu en situaciones de orientación tradicional. Asi, por ejemplo, en la vida religiosa, se reza en castellano el Padre Nuestro, pero las rogativas en el ngillatun se hacen invariablemente en mapudüngu.
La conducta narrativa se sale de este patrón: los mapuches de hoy se han habituado a relatar sus cuentos tradicionales en castellano a los hispano-hablantes, y a contar entre ellos, en mapudüngu , relatos que han aprendido de los wingka. Está claro que la conducta narrativa en cuanto actividad de distracción y esparcimiento, no tiene el compromiso cognitivo que tiene la conducta litúrgica, de modo que la adición de cuentos hispánicos al acervo indoamericano es gratuita: no destruye ni amenaza nada de lo que hay, sino simplemente aumenta el número de relatos disponibles en el inventario narrativo.
Así se explica con facilidad la buena integración de cuentos como los de Pedro Urdemales, del diablo engañado, de dragones, de princesas encantadas, de niños aparecidos mágicamente: se cuentan con facilidad en mapudüngu , con ligeras diferencias estructurales con respecto a los epeo de abolengo prehispánico y, por lo general, los narradores los relatan sin hacer observación espontánea de su filiación extranjera.
Es interesante destacar que los cuentos hispánicos que circulan entre los mapuches, como los cuentos de tesoros enterrados, tienen una vigencia muy restringida en la sociedad hispano-hablante chilena. En la práctica, sobreviven solamente entre las generaciones mayores de los sectores rurales más arcaizantes del país. En esto, la conducta narrativa sigue el patrón general de la cultura mapuche contemporánea, en la cual es característica la retención de componentes de origen hispánico que se han hecho arcaicos en su grupo de origen. Sirva de ejemplo el caso del birimbao, tomado por los mapuches de los conquistadores españoles, y muy bien integrado en la cultura vernácula con el nombre de trompe, y que hoy ha caído completamente en desuso entre los hispano-chilenos, siendo considerado un instrumento típicamente mapuche.
El impacto de la cultura hispánica sobre la narrativa mapuche, no sólo se manifiesta superficialmente en la integración de cuentos europeos al tesoro vernáculo, sino también en la hispanización de los contenidos autóctonos, de tal modo que un relato dado, aparentemente indígena, revela tras un examen cuidadoso, la presencia oculta de componentes europeos. Lenz fue el primero en advertir esta situación: para él, el cherufe, una criatura mítica mapuche vinculada al vulcanismo y a los fenómenos ígneos "...no es más que el famoso dragón de la mitología indogermánica, que devasta la tierra hasta que lo vence el héroe con fuerza sobrenatural... (1895-1897, VII: 692 y VIII: 332-333)", reelaborada después por Yolando Pino, 1990:15-19. Hoy parece excesivo sostener sin más que el cherufe es el dragón europeo; es más seguro considerar que la criatura mítica mapuche originaria adquirió rasgos conductuales del dragón, y de ese modo ingresa en narraciones parcialmente nuevas. Esto equivale a decir que el cherufe se hispanizó, y no que el dragón se mapuchizó, como parece desprenderse de la presentación de Yolando Pino. Naturalmente, también tuvo lugar el proceso de mapuchización externa de personajes, temas y motivos europeos, lo que ocurre, por ejemplo, en las versiones mapuches de la Cenicienta, que es una muchacha mapuche pobre, que va a un ngillatun vestida con excelentes ropajes tradicionales —obtenidos mediante la intervención de una varita mágica—, y de la cual se enamora el hijo del ülmen del lugar, que se la lleva en ancas de su caballo y después manda aviso a la familia de la muchacha de que ésta se ha escapado con fines matrimoniales, cumpliendo así con el más moderno de los formatos tradicionales de matrimonio: la fuga de común acuerdo.
La hispanización de la narrativa tradicional y la mapuchización de la narrativa hispánica, deben ser vistas dentro del contexto de la pauta general de ingreso de las formas culturales hispánicas al vivir mapuche, las cuales son adaptadas a la cultura vernácula global.
Todo esto se vincula con la fascinante polémica clásica entre los antropólogos: el traspaso de bienes culturales de una sociedad a otra ("difusión"), en oposición al desarrollo paralelo y separado de los mis mos objetos culturales en diferentes sociedades ("poligénesis"). Sin em bargo, para la comprensión de la cultura mapuche contemporánea, es preferible olvidar el problema del origen histórico, y poner el énfasis en la situación actual del contacto, a raíz de la cual, los mapuches de hoy difieren de sus antepasados, tanto como difieren de los campesinos hispanos de La Frontera. En esta situación, lo importante es ver los fenómenos culturales en un continuum entre el vernaculismo tradicional y la hispanización moderna.
— Adalberto Salas. El Mapuche o Araucano. Fonología, gramática y antología de cuentos. (1992: 324, 329-331)